martes, 16 de noviembre de 2010

Esa "mariconada" japonesa.




















No.

No teman ante lo impetuoso del título del post, pues lo que en él se escribe no trata de describir ninguna circunstancia escabrosa, ni que el Imperio del Sol Naciente se haya puesto el punto de mira de mis críticas, ni que Zapatero esté aprendiendo algún arte marcial sólo al alcance de los elegidos -bastante tiene con el footing-.

En absoluto.

Les vengo a hablar, mis queridos lectores, de un plato típicamentente "Japo" del que, últimamente, y no es por echarme flores, estoy hecho un auténtico maestro. Sólo me falta la cinta en la frente, un cuchillo que corte más que una navaja albaceteña, y tener los ojos como si me acabase de levantar. Uséase: cerrados.

Todo empezó hace un año, cuando asistí a una cena a la que fui invitado por unos amigos, y fui testigo de la elaboración del famosísimo SUSHI. La primera impresión, no les voy a engañar, es que me resultaba una auténtica chorrada, amén de poco apetecible: pescado crudo, arroz cocido, y manoseo a go go.

Sin embargo, y como muchas veces sucede, mi parecer cambió cuando lo probé y me di cuenta de que un nuevo campo de sabores se abría ante mí aparte del bocadillo de mortadela o panceta con tomate -que está cojonudo, por cierto-.

Simplemente tuve que esperar mi momento y ponerme manos a la obra: cacerolas, arroz japonés, vinagre de arroz, washabi, alga nori. aguacate y el pescado que apetezca.

Se trata de un plato laborioso de hacer, pero agradecido, pues si sale como mandan los cánones es un manjar y, además, puedes competir con avezados cocineros y tirarte el moco diciendo que tú, la fase de freír huevos y descongelar nuggets de pollo ya la tienes más que superada.

O no...

jueves, 4 de noviembre de 2010

The Tudors






















De vez en cuando ese aparato que llamamos vulgarmente "caja tonta", nos ofrece un pequeño descanso de "Belenes Esteban", "Grandes Hermanos" y soberanas basuras por el estilo, para proporcionarnos un pequeño oasis de cultura.

En algunos casos puede ser mero entretenimiento sin más pretensiones; otras veces, incluso, puede ofrecernos algo de culturilla que echarnos a la boca -las menos veces, bien es cierto-.

El caso es que durante este verano, La 1 de Televisión Española tuvo el grandísimo acierto de programar la serie que da título al post, siendo un gran éxito de crítica y público. Afortunadamente la gente siguió las aventuras y desventuras de Enrique VIII y compañía más de lo que en un principio podría sospecharse, lo que puede ser indicativo de que las dos últimas temporadas de la serie puedan llegar a verse en abierto.

Si no habéis tenido la oportunidad de echarle un vistazo, os la recomiendo muy mucho.

Entretenimiento y cultura en un mismo pack.

Y sin tertulias de verduleras de por medio, que es lo que más se agradece.