Corría el año 1988 cuando varios grupos musicales se dispusieron a hacer un sentido homenaje al por entonces encarcelado Nelson Mandela.
Muchos fueron los grupos invitados a tal evento, y para coronar el espectáculo llegó la sorpresa: Dire Straits, grupo que había estado desaparecido del mapa desde hacía 2 años, desde su última gira "Brothers in arms", aparecía de nuevo en escena. Y no sólo eso, sino que, además, lo hacía con un invitado de lujo en sus filas: Eric Clapton.
La sorpresa fue mayúscula y el nivel de la actuación de Knopfler y sus muchachos, sobresaliente.
Pero si hay algo que se recordará en esa noche es esta versión antológica de unos de sus temas más señeros: Brothers in arms.
El sonido de esa Pensa-Shur, estrenada ese día para la ocasión, más la emotividad del momento, sumado todo a las lágrimas del genio escocés en cierto momento de la interpretación del temazo, lograron crear un clímax difícil de alcanzar en cualquiera de sus posteriores actuaciones. De ése y de otros días.
Es la magia momentánea que, quien tiene oportunidad de presenciarla, no la olvida para los restos.
Hoy, los menos afortunados, podemos solazarnos volviendo a rememorar momentos como éste de gran intensidad, calidad y, sobre todo, emotividad bien entendida.
Disfruten.
Muchos fueron los grupos invitados a tal evento, y para coronar el espectáculo llegó la sorpresa: Dire Straits, grupo que había estado desaparecido del mapa desde hacía 2 años, desde su última gira "Brothers in arms", aparecía de nuevo en escena. Y no sólo eso, sino que, además, lo hacía con un invitado de lujo en sus filas: Eric Clapton.
La sorpresa fue mayúscula y el nivel de la actuación de Knopfler y sus muchachos, sobresaliente.
Pero si hay algo que se recordará en esa noche es esta versión antológica de unos de sus temas más señeros: Brothers in arms.
El sonido de esa Pensa-Shur, estrenada ese día para la ocasión, más la emotividad del momento, sumado todo a las lágrimas del genio escocés en cierto momento de la interpretación del temazo, lograron crear un clímax difícil de alcanzar en cualquiera de sus posteriores actuaciones. De ése y de otros días.
Es la magia momentánea que, quien tiene oportunidad de presenciarla, no la olvida para los restos.
Hoy, los menos afortunados, podemos solazarnos volviendo a rememorar momentos como éste de gran intensidad, calidad y, sobre todo, emotividad bien entendida.
Disfruten.
3 comentarios:
A pesar de no compartir sus niveles de épica guitarrera y de adicción a los Straits no se me caerán los anillos por descubrirme una y mil veces ante BROTHERS IN ARMS. CANCIONACA.
Muy buena versión y un Knopfler emocionado... lo que pocas veces se ve. Grande!!
Opino igual que Maeglin, saludos
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