viernes, 15 de mayo de 2009

La Lidia. Madrid. Feria de San Isidro. 14 de Mayo de 2009


Feria de San Isidro



Garcigrande/Morante, Castella, Talavante

Toros de Garcigrande: Mal presentados en general, algunos abecerrados e indignos de una plaza de primera. En general sosos y mansos. El quinto noble y muy bueno en la muleta. A casi todos se les simuló el segundo puyazo.

Morante de la Puebla: Pinchazo hondo caído (Silencio); Pinchazo, media caída (Silencio).

Sebastián Castella: Estocada trasera, aviso (Oreja); Estocada caída y trasera, aviso (Oreja).

Alejandro Talavante: Bajonazo, aviso y descabello (Silencio); Pinchazo, media tendida y tarsera y descabello (Leves pitos).

Carlos G.

Casquería

Vivan los despojos se escuchaba en toda la plaza. Bueno, no es que se escuchase a nadie emitir tales palabras, sino que se sobreentiende visto lo visto.

La primera plaza del mundo convertida, por arte de magia y por parte de gentes sin ningún criterio –incluido el presidente-, en una casquería de barrio.

No es que uno tenga nada en contra de estos establecimientos, pues son a veces lugares a tener en cuenta para degustar ricos productos cárnicos tan arraigados en las costumbres del pueblo español, y en el madrileño en particular: oreja, hígados, riñones y demás despojos pueden convertirse, en manos avezadas en las artes culinarias, en auténticos manjares dignos de ser paladeados en las más exigentes mesas.

Orejas de regalo; orejas inmerecidas; orejas para aliviar tanta mediocridad es lo que concedieron a Castella por no cuajar más que un par de pases de relativo mérito en sus dos toros, lo cual viene a hablar de la ínfima calidad del escalafón actual.

En tiempos pretéritos, cuando el espectáculo era tal, los despojos no valían nada, y el público se contentaba con asistir a la lidia de los maestros, solazarse con toros bravos y fieros e íntegros, y el torero si había realizado sus labores con arte y destreza era sacado a hombros sin necesidad de contabilidades casqueriles de ningún tipo. Eran otros tiempos y era, sobre todo, otra afición.

Sin embargo ahora los fines son otros: a casi nadie le interesa lo que en la plaza sucede; aquí lo que importa es que se corten orejas, más allá de lo que el espada esté realizando sobre el ruedo. Es típico en plazas de poca categoría, de ambiente fiestero y poco exigentes, pero jamás, hasta hace relativamente poco, sucedían tales atropellos a la razón en la plaza de toros de las Ventas.
Y si a todo ello se le añade el hecho de que en el palco preside Santa Claus –no lo dice uno por su cana y bien puesta barba, sino por su incontenible necesidad de conceder premios aunque éstos no sean merecidos-.

Morante de la Puebla no tuvo su tarde, bien es cierto. El sevillano, artista reconocido y de personalidad arrebatadora, necesita de musas inspiradoras para llevar a cabo su cometido, y ayer no hubo tal. Y no sucedió, en parte, porque le tocaron en suerte dos mulos de carreta que más que embestir topaban y salían con la cara alta, desluciendo así la labor del fino diestro de la Puebla. A su primero se lo quitó de en medio en cuanto pudo, y a su segundo, un becerro impresentable, se entretuvo en sacarle tres derechazos de tal regusto, cadencia, temple y embrujo que se convirtió en lo mejor de la tarde, a distancia sideral del resto de labores. Es lo que tienen los artistas.

Más afortunado fue Sebastián Castella, que le tocaron en suerte dos borreguitos de diferente estilo. El primer borreguito salía suelto en cada lance, mientras que el segundo era un carretón al que torear a placer. Con el primero estuvo tenaz y entregado, intentando no dejar que el bicho se fuera de rositas; porfión y sobrado, y también un tanto pesado. No cuajó series de mérito, pues tampoco había material para ello. Mató a la primera y el presidente, raudo y veloz, sacó el pañuelo para conceder el primer regalo. Luego hubo de venir otro.

Con el quinto de la tarde, una chota, fue un mansazo en el caballo de aquí te espero, al que Curro Molina, posiblemene uno de los mejores hombres de plata del actual escalafón, le clavó dos pares de banderillas de verdadero mérito tas lo que hubo de destocarse, cosa que no resulta extraño ninguna tarde, pues torería le sobra y la demuestra siempre que puede, que son las más veces. Tras el tercio de banderillas, por arte de magia el toro devino en codicioso, noble y entregado, embistiendo como lo hacen los bravos, y Castella estuvo rutinario, pegando pases como quien lava, ora con el pico, ora estirado, ora no cojo la mano izquierda porque me salen granos… La faena fue larga y entregada, amén de ayuna de arte; mató a la primera y el público, transido de no se sabe qué, pidió con auténtico fervor la oreja que le permitía salir por la puerta grande. Y el presidente, que es un gran amigo, la concedió sin reservas, permitiendo al diestro francés salir a hombros.

Talavante por su parte, como ya apuntó en la Feria de Abril, se ha convertido en un pegapases absolutamente insufrible; soso hasta decir basta y sin una gota de ambición y entrega. Tuvo en suerte dos toros nobles y borreguiles a los cuales practicar el toreo de calidad y les dio pases miles, ninguno bueno, y todos deseando que acabase cuanto antes semejante calvario pegapasista. Los modernos coletudos no tienen piedad del alma del público, y ya pueden estar pegando un sainete, que como el toro siga embistiendo ellos van a lo suyo, que no es otra cosa que pegar pases, y a montones. Otra cosa bien distinta es cuál sea la calidad de los mismos.

Transcurridas dos horas de espectáculo y viendo salir al diestro galo por la puerta grande, a uno le queda en mente los dos pares de banderillas de Curro Molina, torero de plata a carta cabal; y, por supuesto, los tres redondos de Morante: cadenciosos, acompasados, cuasi acariciando al morlaco.

Y todo ello lo hizo tras fumarse un puro en el callejón. Algunos, en cambio, prefieren dejar el pitillo para después de comer y hacer la digestión de un atracón de productos casqueriles.

Son maneras de ser y de entender la vida…

2 comentarios:

Maeglin dijo...

Hoy tanto la Razon como el Pais coinciden en encumbrar a josé tomas en la Feria de jerez pero hasta q no hable con usted del tema no daré por cierta la información. Me gusta contrastar con eruditos antes de darle la veritas a la canalla de la prensa. CRANEO PREVILIGIAO!!

Carlos dijo...

Si lo hace La Razón no tiene mérito alguno, pues sus críticos son unos vendidos y unos recalcitrantes toreristas.

Si lo dice El País habria que ver quién es el que realiza la crónica, pues el espíritu crítico de Vidal seguirá presente y me lo tomaré más en serio.

DE todas formas va a ser complicado que pueda verlo, ya que no hay lugar posible donde hacerlo, a no ser que lo cuelguen en youtube.

Aun así me creo casi todo lo que puedan decir de él: cuando quiere y no se centra en el absurdo tremendismo, es el coletudo de mayor calidad y pureza del escalafón actual a distancia sideral del resto.

NO hay parangón posible