domingo, 17 de mayo de 2009

La Lidia. Madrid. Feria de San Isidro. 15 de Mayo de 2009


Feria de San Isidro

Cortés/Ferrera, Tejela, Bolívar

Toros de Cortés: Bien presentados en general. Tercero y sexto de menor presencia. Encastados y mansos. Cuarto bis y quinto bravos y nobles. Muchos de ellos codiciosos.

Antonio Ferrera: Golletazo (Palmas).

Matías Tejela: Bajonazo (Palmas); Pinchazo, estocada caída (Oreja); Cuatro pinchazos, Estocada, aviso. (Silencio).

Luis Bolívar: Estocada, aviso, descabello (Silencio); Pinchazo hondo, pinchazo, media estocada, aviso (Silencio).

Carlos G.

Las dos caras de la moneda

Hubo material con cuernos, toros que eran unos tíos, bravos y codiciosos, y sólo se entretuvo en torearlos a ratos Tejela. EL resto como si viniesen a comer gallinejas por la noche en las Vistillas. La verdad es que uno no termina de entenderlo.

El taurinismo oficial, y el torerista en particular, tiene la malsana costumbre de llenarse la boca con bravocunadas del estilo de que hoy día se torea mejor que nunca; que estamos ante una época esplendorosa del toreo, que ahora hay maestros –ciruela- a porrillo, pero uno, que de por sí es receloso de casi todo, no ve más que pegapases cientos, aburridos y rutinarios.

Sucede también que cuando el resultado de la corrida no es el esperado, se echan las culpas al empedrado. Suele ser éste relacionado con la dificultad de los toros, su nula capacidad de embestir –muy discutible, como ya veremos a continuación-, o que el público es un maleducado, pues no ha tenido la decencia de rendirse a sus encantos y su buen hacer. ¡Hay que ver qué perversidad se gastan algunos!.

Esto sucede todos los días en las plazas de España, y ayer no fue diferente al resto. Salió una corrida de irreprochable trapío, con toros codiciosos, alguno de ellos francamente bravo, y los espadas, en lugar de plantarles cara, ganarles la partida mediante su buen hacer y sus artes lidiadoras, se pusieron en plan de insufribles pegapases para compensar así su falta de calidad con la cantidad, cosa que nunca fue solución a ningún problema, y menos en lo que al Arte de Cúchares se refiere.

No se tendrá en cuenta lo realizado por Ferrera, pues el hombre estuvo todo lo honrado que pudo hasta que el toro, que era un pavo de astifinos pitones, le hizo un quiebro a la salida de un derechazo, y le atravesó el muslo de parte a parte. NI siquiera se miró, aun teniendo el muslo partido y empapado en sangre. Trató de lidiarlo como buenamente pudo y lo mató de infame golletazo. Valor y entrega no puede negársele, y se le desea una pronta recuperación.

Luis Bolívar vino a confirmar que se trata de un torero con posibilidades, pero parece no tener muchas ganas en emplearlas en realizar el toreo. Sería justo decir que viene de tener una cornada hace dos días, y que ello pudo ser la causa de que desperdiciase toros de boyantía y codicia infinitas, y se limitase a realizarles un toreo rutinario, de muchas carreras, poco ajuste, y menor ejecución ceñida en los lances. Especialmente sangrante fue lo realizado en el quinto, que puede ser uno de los toros más bravos que se han visto este año en la plaza de Las Ventas; un toro que requería de firmeza, toreo hondo y mandón, y le administró eso…pero justo al revés. Como no podía ser de otro modo, y como sucede a todos los bravos, aprendió pronto, y se vio superior al espada que le había tocado en suerte, y le hizo pasar las de Caín.

Lástima de torero y de toro que se fue sin torear, como tantos otros.

Matías Tejela es un fino estilista del todo desconcertante. Puede torear como los ángeles en tandas ligadas, ceñidas y hondas como en el cuarto bis, haciendo por tanto rugir a toda la plaza; y puede convertirse en un posturitas más preocupado de mirarse en el espejo que de dominar propiamente al toro.

Con sus tres enemigos, uno de los cuales que tuvo que matar en lugar del herido Ferrera, estuvo en este plan, dependiendo de lo que cada toro le permitía o no realizar delante de ellos. Alguno de ellos, como el segundo, más soso y de menor recorrido estuvo sobrado y amanerado. Con el cuarto bis, un bravísimo ejemplar en la muleta, tuvo momentos de verdadera belleza, con dos tandas –tal vez fuesen tres- de naturales de irreprochable ejecución y hondura, que tras los correspondientes adornos con las impactantes Bernadinas, y después de bajonazo tras pinchazo, le fue concedida una oreja.

Por lo tanto, al final, hubo de todo. Tragedia y triunfo. Mediocridad y grandeza en pequeñas dosis. Las dos caras de la moneda.

Lo que es y debe ser la Fiesta, vamos.

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