Cambiando de tercio, como dice el viejo aforismo taurino, paso a hablarles de mi grupo favorito; aquél que llenó mis espectativas musicales cuando yo tenía 19 años y me llega hasta ahora, a lo mejor con menos fuerza, debido al paso del tiempo.
Dire Straits, grupo liderado en cuerpo y alma por una de las personas de mayor talento que haya pisado un escenario con una guitarra en las manos, Mark Knopfler, inició su carrera allá por el año 78, en una época en la que su música estaba totalmente fuera de lugar, con toda la eclosión del movimiento punk y lo que ello conlleva.
Dotado de un estilo personalísimo, suave, cadencioso, cuasi hipnótico, los Illsley, Withers y los hermanos Knopfler, David y Mark, sacaron al mercado una delicia para los oídos llamada Dire Straits, primer disco de la banda, y primer puñado de temazos atemporales, entre los que destaca de manera especial el himno por antonomasia del grupo británico: Sultans of swing. Es éste un disco marcado por los tonos suaves, el delicioso y cuidado sonido de la maravillosa guitarra del maestro escocés. Imprescindible de principio a fin.
Un año más tarde sacan el que para muchos de sus fans es su disco más logrado: Communiqué, muy parecido al anterior pero con una regularidad en la calidad tan apabullante, que resulta complicado decir qué tema sobresale entre tanta joya. News, Lady Writer, Single handed sailor, Where do you think you are going, Once upon a time in the west.... Obra maestra total y absoluta.
En el año 80 David Knopfler, que hacía las veces de guitarrista rítmico de la banda, deja el grupo por la mala relación con su hermano, y Dire Straits se reinventa a sí mismo con un discazo eminentemente rock, una joyaza de proporciones bíblicas en las que destacan Tunnel of love y la deliciosa Romeo and Juliet. El disco se titula Making Movies. La banda se ve modificada en su concepto, y se le añade la gran incorporación de Alan Clark que hará las veces de teclista de ahí hasta el 92, año de la desaparición del grupo.
Dos años más tarde, Knopfler se reinventa a sí mismo y saca a la luz un disco de rock sinfónico, tan alejado de los comienzos del grupo. Love over gold, con cinco canciones, una de ellas de 15 minutos -Telegraph Road-, es la representación clara y evidente de la evolución del grupo; la calidad que le permitía una versatilidad que en directo alcanzaban cotas de magnificencia absolutamente asombrosas. Y para plasmar todo esto, no hace falta más que acercarse a ver su primer disco en directo: Alchemy, posiblemente uno de los más grandes conciertos que jamás se hayan ofrecido, con versiones cuidadas, rockeras, suaves... Virtuosismo bien entendido. Rock de 24 kilates. Canciones y versiones para el recuerdo, como la de la archiconocida Sultans of Swing, con uno de los punteos de guitarra más alabados de la historia de la música. Músicos de verdadera enjundia que aportaron al grupo lo que venía pidiendo: Terry Williams a la batería, con toda su contundencia; y Alan Clark, un mago del teclado.
Tras una breve pausa vendrá su mayor éxito comercial, que no por ello su mejor disco: Brothers in arms, del año 1985, con temas tan variopintos y comerciales como Walk of life, Money for nothing, So far away y, sobre todo, la majestuosa y sobrecogedora Brothers in arms, canción antibelicista por antonomasia, y dotada de una letra y una melodía que llega a lo más hondo de uno cada vez que se escucha con atención.
La gira de ese año fue todo un éxito, Dire Straits estaban en la cresta de la ola, Knopfler era un semidios después de su etapa straitiana y sus grandes bandas sonoras: Local hero y CAL. Pese a ello, el escocés decició darse un largo descanso, que se vio interrumpido en el año 1988, cuando el mítico y recordado concierto homanaje a Nelson Mandela, con Eric Clapton haciendo las veces de segundo guitarrista del grupazo.
Cuando la leyenda estaba en lo más alto y para sorpresa de todos, Knopfler recuperó la banda en el 91, para sacar a la luz un disco muy flojo comparado con los anteriores, On every street, pero nada volvió a ser lo mismo. Ni siquiera la gira de ese año estuvo a la altura de las anteriores, pues se limitó a la simple parafernalia de las luces, el escenario lleno de músicos mercenarios contratados a base de talonario, y retocando clásicos inmarcesibles de manera un tanto artera.
Después de terminada la gira, en Zaragoza, en 1992, Knopfler disolvió el grupo y emprendió una muy irregular carrera en solitario, no alcanzando, ni le lejos, la gloria y la magnificencia que tuvo en aquella mágica década del 78 al 88.
Aun así algo queda: su música, su virtuosismo, sus conciertos, su humildad y, sobre todo, el que gentes que no vivimos de cerca aquella época dorada, le sigamos recordando como uno de los más grandes.
Dire Straits, grupo liderado en cuerpo y alma por una de las personas de mayor talento que haya pisado un escenario con una guitarra en las manos, Mark Knopfler, inició su carrera allá por el año 78, en una época en la que su música estaba totalmente fuera de lugar, con toda la eclosión del movimiento punk y lo que ello conlleva.
Dotado de un estilo personalísimo, suave, cadencioso, cuasi hipnótico, los Illsley, Withers y los hermanos Knopfler, David y Mark, sacaron al mercado una delicia para los oídos llamada Dire Straits, primer disco de la banda, y primer puñado de temazos atemporales, entre los que destaca de manera especial el himno por antonomasia del grupo británico: Sultans of swing. Es éste un disco marcado por los tonos suaves, el delicioso y cuidado sonido de la maravillosa guitarra del maestro escocés. Imprescindible de principio a fin.
Un año más tarde sacan el que para muchos de sus fans es su disco más logrado: Communiqué, muy parecido al anterior pero con una regularidad en la calidad tan apabullante, que resulta complicado decir qué tema sobresale entre tanta joya. News, Lady Writer, Single handed sailor, Where do you think you are going, Once upon a time in the west.... Obra maestra total y absoluta.
En el año 80 David Knopfler, que hacía las veces de guitarrista rítmico de la banda, deja el grupo por la mala relación con su hermano, y Dire Straits se reinventa a sí mismo con un discazo eminentemente rock, una joyaza de proporciones bíblicas en las que destacan Tunnel of love y la deliciosa Romeo and Juliet. El disco se titula Making Movies. La banda se ve modificada en su concepto, y se le añade la gran incorporación de Alan Clark que hará las veces de teclista de ahí hasta el 92, año de la desaparición del grupo.
Dos años más tarde, Knopfler se reinventa a sí mismo y saca a la luz un disco de rock sinfónico, tan alejado de los comienzos del grupo. Love over gold, con cinco canciones, una de ellas de 15 minutos -Telegraph Road-, es la representación clara y evidente de la evolución del grupo; la calidad que le permitía una versatilidad que en directo alcanzaban cotas de magnificencia absolutamente asombrosas. Y para plasmar todo esto, no hace falta más que acercarse a ver su primer disco en directo: Alchemy, posiblemente uno de los más grandes conciertos que jamás se hayan ofrecido, con versiones cuidadas, rockeras, suaves... Virtuosismo bien entendido. Rock de 24 kilates. Canciones y versiones para el recuerdo, como la de la archiconocida Sultans of Swing, con uno de los punteos de guitarra más alabados de la historia de la música. Músicos de verdadera enjundia que aportaron al grupo lo que venía pidiendo: Terry Williams a la batería, con toda su contundencia; y Alan Clark, un mago del teclado.
Tras una breve pausa vendrá su mayor éxito comercial, que no por ello su mejor disco: Brothers in arms, del año 1985, con temas tan variopintos y comerciales como Walk of life, Money for nothing, So far away y, sobre todo, la majestuosa y sobrecogedora Brothers in arms, canción antibelicista por antonomasia, y dotada de una letra y una melodía que llega a lo más hondo de uno cada vez que se escucha con atención.
La gira de ese año fue todo un éxito, Dire Straits estaban en la cresta de la ola, Knopfler era un semidios después de su etapa straitiana y sus grandes bandas sonoras: Local hero y CAL. Pese a ello, el escocés decició darse un largo descanso, que se vio interrumpido en el año 1988, cuando el mítico y recordado concierto homanaje a Nelson Mandela, con Eric Clapton haciendo las veces de segundo guitarrista del grupazo.
Cuando la leyenda estaba en lo más alto y para sorpresa de todos, Knopfler recuperó la banda en el 91, para sacar a la luz un disco muy flojo comparado con los anteriores, On every street, pero nada volvió a ser lo mismo. Ni siquiera la gira de ese año estuvo a la altura de las anteriores, pues se limitó a la simple parafernalia de las luces, el escenario lleno de músicos mercenarios contratados a base de talonario, y retocando clásicos inmarcesibles de manera un tanto artera.
Después de terminada la gira, en Zaragoza, en 1992, Knopfler disolvió el grupo y emprendió una muy irregular carrera en solitario, no alcanzando, ni le lejos, la gloria y la magnificencia que tuvo en aquella mágica década del 78 al 88.
Aun así algo queda: su música, su virtuosismo, sus conciertos, su humildad y, sobre todo, el que gentes que no vivimos de cerca aquella época dorada, le sigamos recordando como uno de los más grandes.
8 comentarios:
And Then They played SULTANS OF SWING
Que las notas mágicas de sus dioses del sonido entren por dentro y cosan todo lo que haya de ser cosido.
Es francamente envidiable la salud que en sus palabra gozan estos britanicos cuando se cruzan dos iniciados de su logia rockera llameles Luis, Clara, Carlos etc etc
Señor Carlos, no oculte usted la realidad.
Cierto es que la pureza de sonido de los Early Straits es casi irrepetible; pero aquella última gira del 92, si bien alejada de la pureza y sencillez iniciales, nos trajo grandes momentos también: ese impagable Calling Elvis inicial, aquel On Every Street agridulce, o aquella última ocasión en que disfrutamos de un Tunnel Of Love como Dios manda.
Sobre la etapa en solitario del calvo también me gustaría matizarle... sí, la creatividad no es la misma, se nota que se ha acomodado y ya no le caen los temazos como churros como en aquella época inicial... pero en casi todos los discos nos regala una joya.
Lástima que luego el condenado no las toca en directo ni que se lo mande el médico, oigan.
¡¡¡Metroland en vivo YA!!!
Maeglin: Siempre sobrevivirán mientras algunos sigamos recordándoles y mantemiendo viva su memoria.
Juan: Pero vamos a ver, caballero.
¿Qué me está Vd. contando de Tunnel of love?. O sea, que antes del 92 no hubo Tunnel "como Dios manda", y se limitaban a tocarla con pandereta y teclados Casio...
La gira del 92 viene el el D.R.A.E. en la definición de "pretencioso", amén de otros términos...
La carrera de Knopfler en solitario es irregular y poco motivante, y estoy seguro de que si este señor no hubiese hecho lo que hizo en su etapa con los Straits, ni Dios sabría ahora de quién se trata.
Una cosa es que los entendidos en la materia intentemos ver cosas donde, posiblemente, no las haya, y otra bien distinta que para el gran público sea de mediano interés, que no echando demasiada imaginación podemos llegar a la conclusión de que no es así.
¿O no?.
PD: Esto me recuerda a los viejos tiempos del foro...
Gran repaso amigo Carlos a este mítico grupo cuyo sonido me lanza de cabeza a mis años (más) mozos. Que grandes.
Palabro de seguridad que me toca escribir: womee
Ante todo, quiero agradecerle el ofrecimiento que me hace para acudir junto a usted a la plaza de Las Ventas, a presenciar una lidia de toros. Que sepa que nunca digo no a una invitación.
Descubrí a los Dire Straits a los 14 años, recién sacado al mercado su álbum Brothers in Arms, cautivado por la melodía de la guitarra en su Walk of Life. Ese año estaba yo en un internado en el cual, un día a la semana, teníamos una actividad en la que nos presentaban algún grupo musical famoso. Como en aquella época los Dire estaban de moda, fue uno de los primeros que nos mostraron. Si ya estaba prendido del sonido melódico de la guitarra de Knopfler, escuchando Sultans of Swing les juré amor eterno.
Ciertamente, con la separación Knopfler perdió parte de su encanto. Pero he pasado momentos inolvidables, buenos y malos, que han quedado indisolublemente unidos a su música.
Otro de los grupos cuyas canciones forman parte de la banda sonora de mi vida.
No hay mucho que añadir a tanta certeza junta..
Me quede con las ganas de pasarme por el Athenas.. jaja.. la proxíma
Ayyy, muchacha...
si es que no avisas con tiempo.
Si no hubiésemos concretado los cafeses prometidos y la tertulia a "cara de perro" ;)
¡¡Falto yo!!
Jejeje. Bueno, yo en cambio soy del clan "viva la gira del 92" y adoro la del 96 en solitario. Creo que son las dos épocas que más me han llegado aunque es evidente que será porque las he vivido con mayor intensidad.
Los Dire son geniales. Empezaron a lo grande en el 78, el Communiqué es una pasada, con Making Movies dieron un paso más, Love Over Gold es una joya, el Brothers in Arms ya la releche y el On Every Street se me antoja "maduro". Da igual lo que hagan y el disco que elijas. Siempre sonarán de lujo.
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